domingo, 4 de septiembre de 2011

DESNUTRICION "SEÑAL DE ALERTA"

La desnutrición en el Adulto Mayor es un problema de salud que se relaciona con la malnutrición, lo que ocasiona pérdida de peso y también se asocia a alteraciones funcionales como la mala absorción y la digestión de los alimentos.
La desnutrición en esta etapa de la vida generalmente no se presenta de manera repentina, es más bien un problema de salud que va ocurriendo poco a poco. Es provocada por múltiples causas que van desde una alimentación incompleta y deficiente, hasta una consecuencia de enfermedades graves tanto del intestino como del organismo en general. En ellas existe una carencia de uno o más nutrientes, esto es cualquier déficit de proteínas, grasas, hidratos de carbono o azúcares, vitaminas y minerales.  Aumenta en esta edad por falta de piezas dentales que ocasionan que la comida no se mastique bien y hace que la digestión no se haga adecuadamente.

Un estado nutricional deficiente constituye un importante factor desfavorable para el anciano, debido a que es un claro agravante asociado a numerosas enfermedades crónicas y también deteriora el pronóstico en el curso de patologías agudas. Se sabe que en los senescentes existe una relación recíproca entre nutrición y enfermedad; así por ejemplo enferman más los ancianos desnutridos y se desnutren más los ancianos enfermos. Por otra parte, un estado nutricional adecuado contribuye positivamente al mantenimiento de la función en los diferentes órganos y sistemas, disminuyendo la falta de vitalidad, vertiendo mayor bienestar y energía a la persona de edad avanzada.

Existe un sin número de factores que facilitan o provocan desnutrición en el adulto mayor, entre los que se puede destacar:
  • Las enfermedades como la depresión o la demencia hacen que el comportamiento del paciente genere una inmensa dificultad para que ingiera las comidas.
  • Personas que sufren algún grado de discapacidad lo que motiva un mayor aislamiento social y por la tanto una tendencia a comer cosas rápidas y fáciles, como es el caso de personas de edad muy avanzada que viven en plantas altas sin ascensor y que sufren alguna limitación física.
  • En edad avanzada en algunos adultos se encuentra disminuida la sensación del gusto y del olfato, por lo tanto existe una menor posibilidad de diferenciar sabores. Las papilas gustativas que más se afectan son las de la parte anterior de la lengua, las que diferencian gustos dulces y salados.
    La boca como cavidad compleja donde se inicia la nutrición, sufre múltiples modificaciones, además de las mencionadas en la lengua. Es así como se produce la pérdida progresiva de piezas dentales y en caso de que el anciano pueda acceder a prótesis, éstas no siempre se ajustan a la cavidad, lo que provoca importantes molestias. Precisamente, muchos pacientes se las retiran al momento de alimentarse.
  • Otras privaciones sensoriales que se producen son la disminución de la visión y la sordera, las que generan una menor capacidad para efectuar actividades de la vida diaria, con la consecuente mayor dificultad para obtener y preparar el alimento.  
  • Algunos fármacos disminuyen el apetito, distorsionan el sabor de la comida, provocan síntomas estomacales o alteraciones del ritmo intestinal. Se recomienda no suspender los tratamientos y comentar al médico si ocurre alguna de estas reacciones.
  • La falta de educación nutricional, ya que muchas personas de todas las edades se alimentan inadecuadamente por desconocimiento de los distintos componentes de los alimentos y no consumen adecuadamente las cantidades que se necesitan para una buena nutrición.
  • Por último no se debe dejar de mencionar a la merma de recursos económicos como un factor importante en algunos ancianos que les impide adquirir lo necesario para obtener las dietas especiales a las que deben someterse.
Todo lo anterior lleva a un mayor consumo de alimentos "fáciles", como los hidratos de carbono, que suelen producir distensión gastrointestinal y por lo tanto, una sensación precoz de plenitud, la que se ve acrecentada por el retardo en el vaciamiento gástrico y en el tránsito intestinal, propio del senescente. La absorción también puede verse alterada. La disminución en la producción de jugos gástricos determinará una menor digestión de proteínas.

Para efectuar un adecuado diagnóstico nutricional se debe contemplar la historia de la alimentación del paciente. También se debe realizar una valoración médica que incluya mediciones de peso, talla y otras menos comunes como puedan ser la medición de los pliegues cutáneos, y por último, se efectuarán algunas analíticas que contribuirán a afinar el diagnóstico. Cabe señalar que ninguno de estos parámetros medidos en forma aislada, puede por si sólo establecer el diagnóstico nutricional o cuantificar una desnutrición.

Se debe tener claro que no todo descenso de peso significa inmediatamente desnutrición, y como mencionábamos anteriormente, para sospechar esta enfermedad hay que tener elementos objetivos como las pérdidas de peso en relación al tiempo que se han comentado previamente.

Una fórmula que resulta de gran utilidad práctica para determinar riesgo, es calcular el porcentaje de pérdida de peso en relación al tiempo, considerándose grave si se pierde más del 2% del peso corporal en una semana, más del 5% en un mes o más del 10% en 6 meses. Sin embargo, porcentajes cercanos a estos deben considerarse como importantes para requerir la opinión del médico.

Tampoco queremos decir, que se deba esperar hasta tener una pérdida de peso considerable para ir al médico. Si la persona mayor está dejando de alimentarse como lo hacía regularmente y/o aparecen algunos de los signos descritos en las líneas anteriores, es preferible preguntar al médico de cabecera quien, sin duda determinará si es preciso estudiar en profundidad a ese paciente o derivarlo hacia la atención especializada.

Para combatir la desnutrición es importante llevar un correcto patrón alimenticio, seguir unas normas básicas que contemplen la cantidad justa de alimentos, la variedad en la dieta, la tradición vital y cultural del anciano y el consumo de agua, de gran necesidad para el anciano. Asimismo, el calcio se hace vital en esta etapa de la vida, mineral que en ningún tipo de dieta debe ser pasado por alto.

jueves, 1 de septiembre de 2011

"Sindrome de Fragilidad" en Adultos Mayores

Es un hecho que envejecer es un proceso de deterioro caracterizado por una vulnerabilidad aumentada y una viabilidad disminuida que se da en el tiempo y que progresivamente disminuye la reserva fisiológica. Se considera como la suma de todos los cambios que ocurren en un organismo con el paso del tiempo.
Todos tenemos la certeza que muchos adultos mayores son frágiles, pero ¿Quién es un adulto mayor frágil y que significa el síndrome de fragilidad?

El adulto mayor frágil tiene un estado con reservas fisiológicas disminuidas, lo que conlleva asociado un aumento de riesgo de incapacidad, una pérdida de la resistencia y un aumento de la vulnerabilidad.

El síndrome de fragilidad es una combinación del proceso de envejecimiento natural y una variedad de problemas médicos. Su reconocimiento es sumamente importante y debe ser sistemáticamente buscado en el contexto de la valoración geriátrica integral. Inicialmente existe dificultad en su diferenciación con el envejecimiento natural, pues no es exactamente una enfermedad sino un estado intermedio entre el estar sano y estar enfermo; sin embargo, si no existe intervención oportuna causan un deterioro clínico continuo, con bajo índice de recuperación y presagio de muerte. Cada una de las características clínicas que conforman el síndrome de fragilidad ha sido mostrada altamente predictiva de un rango de resultados adversos. El fenotipo de fragilidad también tiene una variabilidad en su presentación no siendo siempre un individuo frágil igual al otro.

CRITERIO DE SÍNDROME DE FRAGILIDAD
1. Pérdida de peso involuntaria (4.5 Kg. a más por año).
2. Sentimiento de agotamiento general.
3. Debilidad (medida por fuerza de prehensión).
4. Lenta velocidad al caminar (basados en una distancia de 4.6 m).
5. Bajo nivel de actividad física (menor de 400 calorias a la semana).


Manejo y Tratamiento

Es necesario previamente tener una cuidadosa atención e identificar la fragilidad secundaria debido a una enfermedad latente, no tratada que explica la pérdida de peso, disminución de ingesta, debilidad. Un número grande de enfermedades pueden ser responsables, incluyen insuficiencia cardiaca congestiva, diabetes mellitus, enfermedad tiroidea, infecciones crónicas. Causas no diagnosticadas, depresión, psicosis, demencia, etc.. Estas condiciones tienen tratamiento respectivo y medidas comunes de soporte.

Si el síndrome de fragilidad parece ser primario, una meta seria empezar las intervenciones de soporte temprana. Estas medidas incluyen mejorar las condiciones ambientales que puedan acelerar las manifestación de fragilidad, mejorar la nutrición con suplementación, prescripción regular de ejercicios.

Hay ahora buena evidencia que indica el beneficio de los ejercicios especialmente ejercicios de resistencia, demostrándose que en 10 semanas los adultos mayores mejoran su fuerza, mejorar su velocidad para la marcha y subir peldaños, así como aumentan su actividad física espontáneamente.

La importancia de la detección y tratamiento de este Síndrome de Fragilidad en los Adultos Mayores, radica en que es un factor predecible de mortalidad y de ingreso a diferentes instituciones de cuidados para la vejez, esto reportará una mejor calidad de vida y el beneficio de la tranquilidad.